Dos principales aspectos a tener en cuenta son, en primer lugar, colocar los productos de primera necesidad en el extremo opuesto de la entrada, con el fin de que el cliente tenga que recorrer todo el establecimiento y así, en el trayecto vea otros productos que podrían interesarle. Y en segundo lugar, hay que tener en cuenta la altura a la que se colocará cada producto y aquí entran en juego los cuatro niveles del lineal; el nivel de suelo, nivel de manos, nivel de ojos y nivel de cabeza.
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Por otra parte, otros factores que influyen en el proceso de compra son los sensoriales. Los sonidos, los olores o la temperatura son detalles que pueden adecuarse para generar una experiencia de compra positiva. Seguro que en alguna ocasión hemos entrado en una tienda en la que olía de maravilla y nos ha resultado muy agradable. Asimismo, un exceso de frío o de calor puede provocar que los clientes salgan rápido de la tienda sin hacer una compra.
Veamos ahora cuáles son las zonas que establece la ciencia del merchandising para distribuir nuestro establecimiento, básicamente se dividen en zonas frías y calientes.
La zona caliente se denomina a la circulación “natural” de los clientes, es decir, es el área por donde habitualmente deambulan los clientes en la tienda. Por lo tanto, hay que colocar aquí los productos con menos frecuencia de compra de tal forma que podamos potenciar su venta. En la zona fría, por el contrario, se denomina a los espacios menos visibles y menos transitados por los clientes. Aquí deberíamos, por tanto, situar los bienes de primera necesidad, lo que más se vende.
No obstante, sabemos que cada tienda es única, pero esperamos que estos consejos sirvan para sacar el máximo rendimiento posible a vuestro negocio.
¡Esperamos que ya tengáis algunos productos colocados correctamente y no tengáis que mover todos los estantes de la tienda!